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Arquitectos: Toni Gironès
- Área: 8672 m²
- Año: 2009
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Fotografías:José Hevia, Toni Gironès
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Salou es un municipio que se encuentra en la costa catalana al Sur de la ciudad de Tarragona. Paralela al litoral y a unos 25km de distancia, emerge con alturas superiores a los 1000m la Sierra de Prades. Al encontrarse con las montañas, el aire húmedo procedente del mar se ve obligado a ascender, perdiendo temperatura y condensando el vapor en forma de lluvia. El agua baja por las fuertes pendientes de las montañas, regula su velocidad al pasar por los valles y se distribuye, de nuevo en dirección al mar, en diferentes rieras que recorren la fértil llanura. Aprovechando la orografía, este ciclo que periódicamente se repite, ha caracterizado secularmente la producción agraria del lugar. En consecuencia, estamos en un paisaje que se extiende por el territorio con los recursos que este le proporciona, interpretándolo y dándole sentido a diferentes escalas.
La lógica del modelo agrícola y su interacción con los ciclos naturales, contrasta con la inhibición de los modelos de crecimiento urbano. Para éstos el territorio es un espacio físico donde implantarse, y la forma resultante responde habitualmente a una ordenación impostada.En el concurso previo al encargo, se pedía proyectar 80 viviendas de protección oficial en un emplazamiento situado en el extremo Norte de Salou. Planteado como una nueva trama urbanizada que se impone a los trazados agrícolas preexistentes, el nuevo lugar se origina a partir de grandes parcelas que contienen edificios aislados, dispuestos ortogonalmente.
La normativa de planeamiento definía dos bloques iguales en la esquina de una de las manzanas y en contacto con el nuevo parque. Con una planta de 15x52 m, cada uno disponía de una orientación favorable el asoleo de la zona interior.
Con estos antecedentes en los que se cuestiona la porosidad y la interacción con el medio, y en los que se apuesta por un territorio más impermeable y de crecimiento rápido, la propuesta plantea las preguntas en los espacios intermedios, en las transiciones, en los umbrales,… como puente o enlace para establecer continuidades y no estancamientos, intentando abrir significativa y conceptualmente los límites entre diferentes realidades.
En consecuencia, el proyecto propone un tejido con varias escalas de intervención, con un programa de vivienda social que desarrolle sus propiedades de relación, construyendo una arquitectura entendida como soporte y cercana a la realidad del usuario.
Diez viviendas por planta se distribuyen en cada edificio de PB+3, de manera que girando tres hacia el testero y manteniendo siete alineadas a la calle se fragmenta el bloque en dos partes, planteando así las esquinas y las relaciones entre los frentes interiores y exteriores del conjunto habitacional.
Un ligero talud separa las plantas bajas del terreno, permitiendo la entrada de luz y aire natural al aparcamiento. Es en este plano inclinado tapizado con madreselva, donde se planta un pequeño bosque de chopos para que, en verano, proteja del Sol de poniente y refresque el viento de Mistral habitual en la región.
Al mismo tiempo, los accesos y los espacios comunitarios se proyectan como lugares de relación, zonas intermedias entre las viviendas y el espacio exterior. Así se entiende la pasarela como un elemento de transición, donde una malla de acero corrugado responde con más o menos densidad a las necesidades del programa (barandillas, celosías, balcones, riego gota a gota…), pudiendo acoger colonizaciones vegetales que sumadas a los chopos, refrescaran unos espacios que por su orientación serán muy apreciados en las estaciones cálidas.
El coste de la obra se optimiza planteando un único tipo de vivienda. Ésta se articula alrededor de una pieza central donde se concentran las zonas húmedas y los pasos de instalaciones, organizándose a su vez en dos partes diferenciadas: 1) acceso, cocina, comedor, estar y 2) las dos habitaciones con el baño que incluye la zona de lavado.
Es una vivienda que disfruta de dos orientaciones opuestas y que plantea una secuencia transversal de espacios: pasarela, vivienda y terraza que la dotan de versatilidad y adaptación vinculadas al uso y a las circunstancias climáticas. La transición entre cada uno de estos espacios se plantea desde su propia condición atendiendo a los parámetros de espacio, luz y temperatura. De esta manera, se entiende la vivienda porosa y pasante como un elemento que matiza la relación entre los exteriores público y privado: agujeros más pequeños en la pasarela que canalizan el aire, la luz y controlan las vistas; y un abertura más grande hacia la terraza, organizada en tres partes: paso, banco y antepecho que permiten apoyar dos posibles posiciones de mesa. Terraza que ampliando el programa de la vivienda, dispone sombras y transparencias sugiriendo sistemas pasivos de control climático.
Finalmente la propuesta se construye con materiales sencillos, económicos y de bajo mantenimiento, pero con cuidada disposición y ejecución. Materiales que se muestran tal cómo son y que respondiendo a determinadas funciones, evolucionan en sincronía con el paso del tiempo, atendiendo a las condiciones de la arquitectura y aceptando que la potencia de la vida, lo imprevisto que deviene cotidiano, prevalece más que cualquier planificación prevista.